Titulada «Sedimentos, estratos de historia», la obra de Lorena es un grabado en fotopolímero sobre paperart que nos transporta a un tiempo remoto. Como parte de su proyecto «Tiempo Mineral», esta pieza explora el origen de la expresión humana: ese pasado primigenio donde la huella y el símbolo eran la única forma de dejar constancia de la existencia.
La obra se presenta como un hallazgo arqueológico, centrada en un «libro piedra» creado por la propia artista. Este objeto cerámico, cocido con la arcaica técnica de pit fire, posee un carácter ancestral y único. El diálogo entre la técnica y el soporte es clave: el fondo, que evoca las texturas del muro de la Catedral de Jaén, actúa como el sustrato, la tierra misma. Sobre él, el «libro piedra» aparece como un sedimento cultural desenterrado, un testimonio de la creatividad humana.
El intenso contraste entre el negro del libro y los tonos cálidos del fondo crea una sensación de revelación, como si el objeto acabase de ser descubierto. Sus texturas y marcas no son azarosas, sino que evocan los primeros ideogramas y nos conectan con el nacimiento de la escritura. De hecho, el «libro piedra» no contiene texto legible, sino la esencia de ese impulso: la necesidad de dejar una huella. Simboliza el momento en que el ser humano, ya fuera en Altamira o en el Danubio, comenzó a crear símbolos para comprender el mundo. Sus patrones, a veces interpretados como ojos, son en realidad vestigios de un lenguaje perdido, los «psicodramas» a los que se refería Emmanuel Anati.
La pieza es, a su vez, una cartografía de la historia de Jaén. El libro cerámico simboliza la riqueza de las culturas —tartésica, íbera, árabe— que conforman el subsuelo de la región. Representa la fuerza de esa historia que, en palabras de la artista, «transpira a través de los poros de la tierra».
En definitiva, «Sedimentos, estratos de historia» es una declaración poética sobre cómo la materia conserva la memoria cultural. La obra no solo representa un artefacto, sino que es un artefacto poético en sí misma. Al fusionar la geología del paisaje jienense con la historia de la expresión humana, Lorena nos invita a una contemplación pausada, a sentir el peso de los estratos culturales y a reconocer la profunda belleza que reside en nuestra necesidad ancestral de dejar huella.
